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Un día más, una mujer más.

El día de ayer vi en mi timeline de Twitter un posteo de alguien que pedía encontrar a su hermana desaparecida. Desgraciadamente esos tweets se vuelven tan frecuentes últimamente, que solo piensas: “ojalá que la encuentren pronto”.

Este particularmente hizo mella en mí. Es imposible no sensibilizarse ante todas las demandas de las mujeres para sentirse seguras, pidiendo desesperadas que se haga algo por que las están violando, las están desapareciendo, las están matando.

El hermano de Karen comparte un mensaje de Whatsapp donde Karen le dice a su mamá que va a tomar un taxi en metro General Anaya para ir a Taxqueña (son pocos kilómetros de distancia), poco después le dice que el taxista se ve sospechoso y grosero, a lo que su mamá le sugiere bajarse. Karen no contestó más.

Me quedé muy meditativo en eso porque un par de días antes mi mamá tomó un taxi en la calle y no pude dejar de sentirme inquieto. También mi hermana llegó más tarde de su horario normal a casa y obviamente me estresé. Mi mamá y mi hermana llegaron a su casa, pero Karen, hasta este momento, no ha llegado a su casa.

No he podido dormir pensando en todo este asunto. La gente en Twitter está muy pendiente de este caso, ha sido trending topic toda la noche. Vivo relativamente cerca del metro General Anaya y he escuchado patrullas todo el tiempo, pero aún así, Karen no aparece.

Y me puse a pensar en él, en el taxista que se la llevó. Pienso qué tiene en la cabeza. Me preguntó qué tuvo que haber vivido y visto para que se le haga fácil llevarse a una muchacha en contra de su voluntad. Entre todas las cosas pienso en lo normalizada que está la violencia y el abuso. No entiendo como publicaciones como “El gráfico” o “Metro” ya las venden en el súper. ¡Sí, en el súper! A lado de tus compras puedes ver en la portada un cadáver con un titular gracioso.

Tampoco entiendo como uno de los YouTubers más seguidos de México sea “El Escorpión Dorado”, un personaje que juega a subir invitados a su coche para entrevistarlos y de paso sumarle IMECAS a la ciudad, y si es mujer, la mamaséa, intenta besarlas y les dice que le pertenecen porque es un pinche dios. Seguro es ese tipo de humor el que el taxista que se llevó a Karen le hace pensar que está bien.

Por otro lado, veo a los chavitos del América parodiando la consigna que están haciendo las mujeres para levantar la voz una vez más. Podrán pensar, “son niños”, sí. Pero son niños que aprendieron de algún lado que eso no es importante. A lo mejor del Piojo que puede golpear a un reportero en un aeropuerto, quizá de su lema “Ódiame más”, a lo mejor de la tribuna que le grita “puto” al portero rival, de algún lado aprendieron que no hay problema.

Estoy muy consternado por lo que está sucediendo. Ojalá no normalicemos cosas que no están bien, que las autoridades pongan atención en la seguridad, pero también, mucha atención en la violencia no verbal que está todos los días en la calle, en los medios y en el entretenimiento.

Ojalá que Laura Karen Espíndola Fabián llegué sana con su familia y que el infierno que viven las mujeres en este país no sea parte de: “un día más, una mujer más”.

#TeBuscamosKaren

A C T U A L I Z A C I Ó N

Unas horas después de que publiqué esta entrada, Karen volvió sana y salva a su casa. A Karen no se la llevó un taxista, ella misma ha confesado que se fue de fiesta e inventó esta mentira para poder alargar su convivencia.

La verdad me da gusto que esté bien. Mucha gente que se movió en redes sociales la quiere linchar, ella misma acepta hizo algo que está mal y que le costará recuperar la confianza de su familia. Hasta ahí debería quedar el caso de Karen.

Lo que creo que debería pasar es que garanticemos todo lo posible para que las mujeres puedan irse de peda sin ninguna preocupación. Que se puedan subir a un taxi a cualquier hora, vestidas como se les dé la gana, con la confianza de que no va a pasar nada.

La historia de Karen pudo ser real porque es real en muchas otras mujeres, no dejemos de buscar ahora a todas las demás que deberían estar en una fiesta. Encontrémoslas a todas y festejemos todos, con Karen incluida, cuando cualquier mujer pueda sentirse libre y segura en este país.

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