Primer día del año, y como siempre, se torna reflexivo. Pensamos en lo que se queda atrás guardado en 365 días con todos los matices. En lo que se empieza y en lo que se acaba.
Particularmente para mí llegan muchos mensajes en el cierre del año, de cosas que leo, de personas que escucho, de videos, series, películas, etc.
Particularmente hay una serie que me hace pensar mucho; Foodie Love de Isabel Coixet. Una miniserie española de HBO que a mi parecer es una obra maestra. En ella vamos descubriendo el desarrollo de una relación de dos personas que comparten el amor por la comida. Evidentemente hay un paralelismo en las relaciones, la comida y lo que descubren el uno del otro.
En un capitulo, uno de los personajes cuestiona algo como: “Si supieras que el mejor gelato del mundo se va a acabar, ¿lo probarías de cualquier forma?
Para mi el 2020 fue eso, un gelato delicioso, uno que jamás había probado, que en algún momento se tenía que acabar.
Es extraño, el mundo está de cabeza por una pandemia que está matando a muchos, pero en mi gelato sabor 2020, llegué a un nivel de autoconocimiento brutal. En esos 365 días aprendí por fin lo que quiero de mi vida. Aprendí a desprenderme de cosas que no valen la pena, transformé mi cuerpo a su mejor versión en años, entendí lo que es amar (por que sí, el amor sí se puede entender), comprendí cómo aprender de mis errores y aprendí de los ciclos. Las cosas se acaban. No importa si son buenas o son malas, se acaban.
Parece tonto, pero vivimos en una esfera rotatoria gigantesca , que a su vez rodea otro gran astro y cada año, cada día, cada segundo, literal, es un ciclo con un principio y un fin.
Un mundo redondo como una bola de gelato que hay que disfrutar en cada probada. Habrá secciones que sepan mejor que otras, es normal. Es un gelato raro, pero hay que agarrarle el gusto.
Siento que hoy una gran y deliciosa sección de este gelato se acabó. Ni hablar, lo disfruté muchisimo; ¡Mucho más que un Chunky Monkey! Y eso ya son palabras mayores.
Disfrutemos de los ciclos como disfrutamos de la comida, por que es un instante que vale la pena probar, aunque debo confesar que me quedo con ganas de preguntar…”¿Puedo servirme más?”