Antes de que brinquen o que me metan a un bando, quisiera empezar por hacer algunas declaraciones. Me parece que la intensión de AMLO es buena, Peña Nieto no vino a joderlo todo, Calderón hizo lo que parecía lógico (aunque no funcionó) y Fox… bueno, Fox se cuece aparte.
Pero volviendo al tema del actual presidente, estamos a unos meses del primer aniversario por la toma de protesta de Andrés Manuel López Obrador. Me parece que desde entonces el país vive momentos interesantes y definitivamente de cambio.
En la primera definición del Diccionario de la RAE, define cambiar como: “Dejar una cosa o situación para tomar otra.” Y en eso me baso para escribir esta entrada; queramos o no, México ya es otro México a raíz del primero de diciembre de 2018.
Para empezar, ahora en México hay seguidores fervientes y devotos al proyecto del presidente, comúnmente llamados “Chairos”. Por otro lado, hay personas que lo odian por todo. Por cómo habla, por cómo se viste, y por el simple hecho de existir. A estos se les llama “derechairos”, “fifís”, “neoliberales”, etc.
“Los bandos siempre han existido” me podrán decir, y estoy de acuerdo, pero nada como hoy. Hoy puedes hablar con un compañero de trabajo a favor o en contra del presidente y se puede acalorar la discusión y hasta ofender. Eso no pasaba antes.
Recordé como en un viaje que hice en Venezuela cuando aún gobernaba Hugo Chávez, en una cena, en carácter de curioso, pregunté por la situación del país y nuestra anfitriona me sugirió que mejor habláramos en un lugar privado porque el país estaba tan dividido que el simple hecho conversar eso en público podría provocar un zafarrancho. Me impactó y no veo lejano eso sucediendo aquí.
Hoy la gente habla más y más de lo que pasa en el país. Tan solo en 2018 “Resultados Electorales en México” y “Andrés Manuel López Obrador” ocuparon el 2 y 4 lugar en tendencias de búsquedas en Google, cuando en 2017 esos lugares correspondieron al Eclipse Solar y al Huracán Irma. Entiendo también que la gente habla de lo que está en vox populi, pero honestamente pensé que lo que pasa en el país se iba a diluir después de las elecciones. Eso no ha pasado y honestamente creo que le hace muy bien al país. Ser críticos, estar informados, cuestionar, opinar, etc. ayuda muchísimo a una democracia y creo que esto a la larga ayudará al país.
México cambió desde el momento en que un señor se convirtió en “la esperanza de México”. Una especie de mesías que promete que esta tierra volverá a la justicia, a la paz y a la equidad social. Se antoja muy difícil y poco tangible, pero entendamos todos que es algo que todos añoramos. Yo me imagino un México así y estaría súper chingón, así como me imagino ganándome la lotería y viviendo como rey. De eso a que realidad suceda involucra un montón de cosas que no dependen de un individuo ni de una buena intensión.
Recuerdo que en sexenios pasados la gente hablaba de que necesitábamos un cambio. Ya cambiamos, ya estamos en este tren que quién sabe a dónde vaya. Ojalá que la esperanza no termine en decepción y que la gente entienda que no dependemos de una persona. Hay muchas mañas que corregir y muchas líneas que enderezar pero ya empezamos a exigir e informarnos y creo que el verdadero cambio empieza desde ahí.